Si algo me encanta de viajar con amigos es la cantidad de anécdotas, risas, curiosidades y, sobre todo, esos grandes y pequeños momentos de vino y chimenea en los que sacamos lo mejor de nosotros mismos y crece esa camaradería, esa complicidad, que es única y especial del momento y no cambiarías por nada.
Eso nos pasó en nuestra última escapada (Santo Domingo de Silos), donde nos acompañaron unos grandes amigos y mejores personas a los que dedico especialmente mi primer post.
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Desfiladero de la Yecla |
Hacía tiempo que teníamos ganas de hacer una escapada a Silos, ya que lo conocíamos de pasada y, la verdad, es que tanto el pueblo, con su imponente monasterio, como el enclave, en plena Ruta del Cid, prometía para que fuese un fin de semana perfecto!
Así que comenzamos nuestra ruta con una parada en el Desfiladero de la Yecla, imprescindible si vais camino de Silos. La Yecla es una estrecha y profunda
garganta que se atraviesa por una serie de puentes y
pasarelas y que permiten recorrerla en un paseo de unos 600 metros, fácilmente transitable, sobre abundantes cascadas y pozas. La bajada está junto a las entradas de los dos
túneles de la Bu-991 Silos-Caleruega, a 3 kilómetros de Silos. La mini excursión no dura más de 10 minutos de ida y otros 10 de
vuelta, por lo que es muy llevadera y si vais con niños les va a encantar!.
Aunque nos llovió un poco, el sol nos dejó una pequeña tregua y unas imágenes
preciosas. El caudal del Arroyo El Cauce que pasa por debajo va alto en esta época, por lo que si vais tanto en invierno como en primavera, os aseguraréis un espectáculo de agua increíble.
Santo Domingo de Silos es una pequeña villa burgalesa, situada en el Camino del Cid y base de asentamiento de la Abadía Benedictina del mismo nombre, que además está en el centro del pueblo, lo cual le dota de un mayor protagonismo.
La villa tiene ese halo medieval de los pueblos de la zona, ese empedrado típico (recomendable ir con calzado bajo o botas de montaña) y esas casas solariegas e históricas, en el que te perderías por todos los rincones.
A pesar de ser un pueblecito pequeño tiene bastante oferta hotelera y
gastronómica y es famoso por su miel de espliego (la podéis encontrar tanto en La Tienda de la Abadía como en las 2 tiendecitas de productos locales que hay en el pueblo).

La visita a la Abadía de Santo Domingo de Silos es otra de las visitas obligatorias que no os podéis perder. Se puede realizar cualquier día de la semana a unas horas específicas (hay información de los horarios tanto en su web como en cualquiera de los alojamientos de Silos). El precio de la visita guiada (Claustro Románico + Museo + Botica) es de 3,50€ adulto (los niños hasta 7 años no pagan). Dura 1 hora aprox. y lo que podéis hacer después es entrar a escuchar los cantos de los monjes en alguna de las ceremonias litúrgicas. Nosotros asistimos a la de las 21 h. que, dicen, es la más bonita (dura unos 35 minutos)... así que no apto para impacientes ya que además hay que estar en absoluto silencio!.
He de decir que siempre me han llamado muchísimo la atención los edificios tan sobrios, en especial los monasterios... su silencio, el olor tan penetrante a incienso y ese recogimiento que a mi particularmente me hacer sentir la paz más absoluta. Si le añades a esto los cánticos de los monjes, se crea un momento mágico e indescriptible. Os aconsejo llegar de los primeros para coger sitio, los fines de semana se suele llenar y si queréis tener una buena visión del coro de monjes, lo ideal es sentarse en las primeras filas. Además, a la entrada ponen a disposición del visitante un libreto con los cánticos por si se quieren seguir (están en latín y traducidos al castellano).
Es curioso que el monasterio también funciona como alojamiento, por lo que si quieres vivir una experiencia de retiro espiritual, éste es tu sitio. Recomiendan reservar con antelación, ya que no tienen muchas habitaciones y tienen algunas pequeñas normas de convivencia (como estar de regreso a las 22 h., momento en el que cierran el monasterio). Ellos preparan el desayuno, la comida y la cena... toda una experiencia a un precio muy ajustado.
Esto nos lo contó el Padre Bernardo, un monje muy mayor que conocimos en el monasterio y que, que al vernos curiosos, se acercó a nosotros y empezó a contarnos curiosas historias de sus vivencias en la comunidad de monjes. Aprendimos mucho de aquel rato que pasamos con él, charlando, escuchando y llevándonos una experiencia única, ya que no todos los días uno puede hablar con un monje benedictino.
Y después de tanta paz y relax, una cena indescriptible al calor de la chimenea y una sobremesa sin fin… el momento de dormir es más que merecido!
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Río Arlanza a su paso por la villa de Covarrubias |
Curiosa la Torre de Fernán González, también llamada Torre de Doña Urraca, porque según cuenta la leyenda allí ocurrió el asesinato de la Infanta Urraca.
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Callejuelas empedradas de Covarrubias |

Y antes de dejar estos pueblos y si os gusta el vino, tienen denominación de origen Arlanza, que podéis adquirir en cualquier tienda de la zona y son muy reconocidos.
Última parada: Burgos, a unos 40 km. de Covarrubias. Hacía años que no visitaba Burgos y su espectacular catedral gótica, declarada Patrimonio de la Humanidad, me volvió a sobrecoger. Tan imponente, tan bien conservada... aunque ya puede estarlo, porque la visita cuesta 7€ (niños 1,50€), así que lo que hicimos nosotros fue recorrer su perímetro exterior, que no tiene desperdicio llegando a la Iglesia de San Nicolás Bari y después visitar la parte de culto, que es gratuita, y también merece la pena.
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Catedral de Burgos |
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Paseo del Espolón |
Pero Burgos también tiene otros enclaves que ver y disfrutar no menos impresionantes que la Catedral, como es el Real Monasterio de las Huelgas (de monjas cistercienses) o el Paseo del Espolón, un trayecto lleno de árboles nudos, jardines y edificios históricos que podéis recorrer hasta llegar a la Plaza del Mío Cid, con su imponente estatua.

Y después de dejarnos caer por diferentes locales de tapas, adquirir buenos productos de la zona (queso, vino y morcilla) y terminar con una comida entrañable (por la misma zona hay bastante oferta con menús muy asequibles y de buena calidad relación/precio)...nos preparamos para
el viaje de vuelta.
Gracias a Moni, Miguel y a su Pequeña
Flor por hacer de este viaje una experiencia inolvidable llena de buenos
momentos y de mejores recuerdos.
Preparándonos para la próxima…
Walking with Nata Caminata
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