Si algo caracteriza a La Hiruela es que
parece que el tiempo se ha detenido en ella… una pequeña aldea situada en las
faldas de la Sierra del Rincón (Sierra norte de Madrid), que invita a relajarse, parar el reloj y
disfrutar del entorno sin prisas... y eso fue lo que decidimos hacer nosotros a partir de ese momento, parar el tiempo y dejarnos llevar.
Pero llegar a La Hiruela no es fácil, ya que es
un rincón escondido a los pies del Alto de Bañaderos, por lo que el
acceso se realiza por el Puerto de La Hiruela (1.478 m.) a través de una sinuosa carretera no apta
para propensos a mareos. Si vais con niños lo mejor es llevar bolsas a mano
porque son 5 km de curvas y carreteras estrechas que, por el contrario, dejan
unas vistas a paisajes increíbles.
Una vez conseguimos descender el puerto y
llegar al pueblo aparcamos a la entrada, donde hay un parking público, pues el
acceso al casco urbano está cerrado los fines de semana.
Y es entonces cuando te recibe un paisaje
anclado en el tiempo, un conjunto de casas de piedra, adobe y madera que
conservan aún sus estructuras originales, la sierra del Rincón al fondo y un
peral de 200 años que te da la bienvenida nada más pisar la calzada de piedra que da acceso al pueblo.
Y como teníamos previsto comer en el
pueblo, lo que hicimos fue reservar nada más llegar y así nos asegurábamos de
tener sitio al volver de la ruta, pues tienen 3 restaurantes y se llenan todos
los fines de semana.
Atravesando el pueblo nos llamó mucho la atención un pequeño restaurante llamado Ad Libitum, enclavado en una casa antigua casa de piedra y pizarra que nos pareció
el marco perfecto para terminar una jornada de senderismo. Allí nos recibió
Julia, la propietaria y chef del restaurante, y nos hizo sentir como en casa, mostrándonos el
restaurante y las cocinas como si fuésemos unos más de su familia. Y nos
sentimos tan cómodos que lo tuvimos clarísimo, ése sería nuestro remanso de paz
durante la comida. Además, el olor a judiones que te impregnaba nada más
entrar, ese puchero haciendo chup, chup, esa tarta de chocolate recién hecha y
esa empatía que desprendían tanto Julia como Carlos, lo hacían un lugar
único.
Y así, con el estómago ya empezando a
revolucionarse por todas las suculencias que nos habían mostrado, comenzamos
nuestra ruta.
La ruta comienza al final del pueblo,
saliendo por la calle de la izquierda de la iglesia, no tiene pérdida porque
encontraréis un sendero muy verde con una pequeña vereda flanqueada por almendros.
Seguimos por el sendero a través de numerosas trochas adecentadas por tablones de madera (que vienen muy bien en la época de
lluvias pues se evita meter el calzado en los numerosos charcos y barrizales
que se forman en el camino).
Y atravesamos un robledal espectacular, hasta llegar a un dique de piedra y alcanzar el Molino Harinero de la Hiruela, en perfecta conservación. Además hay una zona de merendero con
mesas parar hacer una parada para comer en caso que hagáis picnic.
Es el momento de atravesar el puente de
madera que cruza el río Jarama. Esto les encanta a los niños pues se sienten
como grandes exploradores, habiendo alcanzado su meta! Ha llegado la hora de coger la cámara y plasmar fotografías con este bello paisaje de fondo.
A partir de aquí, cruzamos el puente y
continuamos por la vereda derecha, siempre paralelos al río. Importante ir con
cuidado por esta zona por las numerosas rocas que hay y que a veces suelen
estar húmedas.
Siguiendo este camino, subiendo y bajando la vereda, llegamos a
una zona arenosa del río que cruzaremos para llegar a una pradera
espectacularmente verde junto al río, lo que le confiere un enclave de
película!
Allí nos encontramos con las ruinas de un
molino antiguo (Molino de Juan Bravo, perfectamente indicado). Se puede
observar en el prado que aún se conserva la piedra del molino.
Tras un par de volteretas, carreras, pies
en el agua y descanso, proseguimos por la pradera y nos adentramos en un bosque
de robles que en esta época del año, están sin hojas… pero cubiertos de un líquen blanco que hace que parezca una localización de película de miedo! Por lo que la
época idónea para hacer esta ruta es el otoño, donde todos los árboles dejan lucir
sus coloridas hojas que van desde los tonos amarillos a los rojizos y el
paisaje cambia por completo.
Aún así, las vistas son maravillosas
desde lo más alto de la ruta. Seguimos avanzando por robledales hasta alcanzar
una pequeña senda que nos lleva hasta el siguiente pueblo.
Al llegar al pueblo de Cardoso de la Sierra, que ya pertenece al término municipal de Guadalajara, nos encontramos con una arquitectura muy similar a La Hiruela
y donde os recomiendo sin duda El Sueño de los Gatos, una casa rural de alquiler
completo (para unas 12-14 personas), que está genial para grupos de amigos y familias. Nosotros hemos estado en otra ocasión y además de contar con espacios amplios y muy bien decorados (los niños tienen futbolín y zona de juegos dentro de la casa) tiene una zona de barbacoa y esparcimiento justo frente a la casa, que hará las delicias de niños y no tan niños.
Al llegar aquí, lo que hicimos nosotros
fue desandar un poco el camino y coger la señalización que nos llevaba de
vuelta a La Hiruela, que sin mal no recuerdo, eran unos 2 km. Este camino de
vuelta es más fácil porque que sigue atravesando bosques de sotos, robles y álamos
y no tiene demasiada pendiente, por lo que se hace muy llevadero.
Y cuando se cumplían las 3 horas de ruta
(ida y vuelta), llegamos exhaustos a nuestro destino! Julia y sus elaborados platos nos
esperaban al calor de las paredes de piedra y de la chimenea.
Nos sentamos en la planta de arriba,
preciosa, con un doblao de madera y un tragaluz de lado a lado que iluminaba
toda la estancia. Nuestra mesa, según subes a mano izquierda, tenía una pequeña ventana por donde entraba el sol que la
hacía diferente a las demás.
Tocaba el momento de degustar las
viandas. Ad Libitum no tiene menú, solo carta, que cambia semanalmente, por lo
que no sabíamos qué nos íbamos a encontrar… pero las sugerencias de la casa se
convirtieron en toda una experiencia gastronómica.
Recomendable el revuelto de morcilla, ya
sabéis que para nosotros es todo un clásico y lo pedimos allí donde vamos. Éste
especialmente suave y cremoso. Seguimos con unos garbanzos salteados con manzana y foie,
todo un descubrimiento, increíble la fusión del sabor y textura del foie con
la dulzura de la manzana y los garbanzos.
Estos fueron los entrantes, para seguir
con secreto ibérico, simplemente espectacular, una carne de la zona de gran
calidad que se deshacía en la boca… y un milhojas de capón con foie que
me dejó sin palabras. Bien presentado, bien cocinado, una combinación perfecta.
Y no dejéis de pedir la tarta de queso de
postre, aunque todos están buenísimos ya que son caseros, pero la tarta de queso es mi
debilidad!
Un dato importante es que a partir de
octubre se mudan a Montejo de la Sierra con el nombre de Casa Julia – Cermoso,
por si vais en esa época que lo tengáis en cuenta.
Y después de, como ya me conocéis, una
larga sobremesa… tocaba regresar (por la sinuosa carretera), así que nos
armamos de valor y comenzamos el ascenso al puerto. La verdad es que se hizo
más corto el camino de lo que pensábamos, así que decidimos parar en el pueblo medieval de Buitrago de Lozoya,
al que tengo especial cariño por las muchas veces que mis padres nos llevaban a
mis hermanos y a mi de pequeños.
Buitrago de Lozoya es un enclave particular, con el
río Jarama en todo su esplendor pegado a sus bien conservadas murallas, las
cuales se pueden recorrer a lo largo de un buen trecho. Los niños disfrutan
mucho de esta parte porque relatan sus historias de caballeros y princesas
subidos a las murallas.
Merece la pena destinar un buen rato a
disfrutar de sus calles y su entorno. Y terminar tomando un cafelito o un
vinito en alguna de las terrazas de la plaza del pueblo, que tienen ambiente
muy veraniego.
Y con el alma repleta de buenas viandas,
bellos paisajes y grandes momentos con amigos… la vuelta a casa, como siempre, fue todo un sinfín de recuerdos de la jornada y nuevos propósitos para las siguientes escapadas.
Waiting for the next step. Nata Caminata
Hola! muy bueno vuestro blog, super bien indicado. Gracias por compartir vuestras rutas. Tenemos pensado ir para hacer la ruta de los molinos. Vamos con un niño de cinco y dos niñas de tres años, creeis que se puede hacer? según parece en las fotos los caminos no son complicados.
ResponderEliminarSaludos y gracias.