La alegría me invade cuando encuentro
rincones que todavía siguen sorprendiéndome … como lo ha hecho en la última
escapada al Barranco de la Hoz, en el pueblo de Ventosa (Guadalajara).
El destino, elegido al azar, el mejor de
los descubrimientos, la zona, el Parque Natural del Alto Tajo, una joya natural
y escondida y la proximidad a Madrid, el empujón final para apostar por este
rincón guadalajense.
Cuando te adentras en el
Parque Natural del Alto Tajo, vas dejando esos paraje yermos y áridos de
Castilla para dar paso a una tierra rojiza característica de esta zona y a
extensos pinares y coloridas plantaciones de girasoles, hasta llegar al pueblo
de Corduente, punto clave para el desvío hacia el Barranco de la Hoz.
El Barranco te da la bienvenida con
gigantescas formaciones rocosas areniscas que datan de hace más de 200 millones
de años… tan impresionantes, tan arcaicas, tan estremecedoras… que a su lado
parece uno tan pequeño…
Siguiendo la carretera llegaréis al
Santuario Virgen de la Hoz, enclave de nuestro punto de inicio de esta escapada
de 3 días. Mi recomendación es alojarse en la Hospedería Barranco de la Hoz, un
lugar muy tranquilo, nada estridente, algo austero pero con el encanto especial
que le proporciona el entorno en el que se encuentra.
La hospedería está anexa al santuario. Dispone
de 10 habitaciones sencillas, sin más pretensiones que buscar la desconexión,
testigo del silencio de la peregrinación a la ermita y del canto del río Gallo.
Cuenta con un restaurante sencillo pero no
menos sorprendente, cocina de calidad, cantidad y con indicios de fusión que el
chef nos deja en cada plato. Al mediodía cuentan con un menú por 15,50 euros
que tiene una relación calidad-precio más que razonable. No dejéis de probar el
guiso de alcachofas, gulas y gambas, con matices de mar y verdura perfectamente
asociados, el pastel de trucha asalmonada con salsa de piquillos, sorprendente
no solo por su sabor sino por su textura, ligera, delicada, la carrillera al
estilo “hospedería”, una mezcla de especias (romero, clavo, laurel…) que resaltan
el sabor del plato. Y de postre, lo mejor, la crema catalana casera,
increíble!!!
Después de este homenaje, podéis hacer
una primera ruta por la zona: “El Rodenal”, 11 km de ruta circular que comienza
en el mismo santuario. Saliendo del parking, seguís las indicaciones de las
balizas blancas.
Esta ruta pasa por el pueblo de Corduente hasta su centro de
interpretación y se adentra en bosques de pinos donde contemplar además los
vuelos de las diversas aves rapaces que se pueden encontrar en el Barranco.
Sigue la ruta por caminos forestales de fácil acceso y sin dificultad alguna
hasta llegar al Mirador del Barranco de la Hoz, lugar ideal para
contemplar la extensión del cañón y ver realmente su inmensidad.
La bajada hay
que hacerla con cuidado puesto que no tiene demasiada seguridad y hay unos 270
escalones hasta llegar de nuevo al punto de inicio. En la bajada encontraréis
diferentes paneles explicativos así como una “cueva” muy bien conservada que
hará las delicias de los más pequeños.
Cuándo bajéis podéis aprovechar para
visitar la ermita y la gruta donde apareció la Virgen de la Hoz, un lugar
místico del siglo XIII, muy recomendable.
La mejor propuesta para cenar es la misma
hospedería. Espárragos trigueros a la sal, croquetas de boletus o cualquier tipo
de ensalada: pimientos y ventresca, pollo escabechado, gulas y gambas… todas
espectaculares!.
Segunda jornada, un despertar hipnótico y
un desayuno casero, natural y contundente! Un generoso plato de buen jamón,
tomate rallado, 2 tostadas de pan de pueblo, zumo de naranja natural, café y
bizcocho casero. Una buena dosis de energía para comenzar el día.
Podéis pedir que os preparen en la
hospedería un picnic para la jornada de ruta. Para esta ruta tenéis que coger
el coche con destino a Poveda de la Sierra. Antes de llegar, os recomiendo hacer
una parada en la Sima de Alcorón, pasada la población de Zaorejas. No está
demasiado bien indicado por lo que debéis estar atentos a las señales de la
carretera (indicado como Área Recreativa).
La sima es simplemente
grandiosa. Recomendable algo de abrigo pues dentro la temperatura es bastante
baja. 207 escalones que debéis bajar con cuidado (por la humedad del suelo) y con
linterna para disfrutar mejor del interior. Los escalones conducen hasta un
gran pilón que recoge el agua desde lo alto de la pared y culmina una bajada llena de misterio...
Vista la sima, seguimos nuestro camino hasta Poveda de la Sierra. Una vez atravesado el pueblo, seguís la carretera
hasta llegar al Puente de la Poveda, un pequeño puente que atraviesa el Tajo y tiene un parking. Aquí podéis comenzar la ruta que tendrá como
destino la laguna de Taravilla. Es una ruta lineal de aprox 14 km., ida y
vuelta, aunque si no queréis caminar tanto podéis acortar y subir el coche
hasta cualquier punto donde podáis aparcar.
Es un camino que discurre paralelo al río
y nos deja frondosos paisajes de arboledas exuberantes le dan al río un sorprendente color esmeralda.
Un primer punto interesante
de la ruta es el Salto de la Poveda, una presa hidroeléctrica, actualmente en desuso, que ofrece la vista de una cascada de 25 m. de desnivel. Seguimos hasta
las Casas del Salto (antiguas instalaciones de una central hidroeléctrica reconvertidas
en casas rurales). Pasadas las casas hay que seguir la indicación “Ermita de
San Lorenzo”.
A 5 minutos de las casas, nos encontraremos el primer remanso de
agua “helada” que sin duda tenéis que probar. Es una playa fluvial previa a la
de Taravilla. Cruzando el puente colgante sobre esta “charca”, seguís el camino
que os llevará tras un kilómetro a la laguna de la Parra o Taravilla.
Después de llegar hasta aquí toca bajar,
así que podéis hacerlo del tirón o ir haciendo pequeñas paradas en los rincones
del río que sean accesibles al baño y así se hace más llevadero.
Tras una jornada realmente agotadora,
toca alimentar el cuerpo y descansar la mente para el día siguiente.
Tercera Jornada: antes de regresar a
Madrid y para aprovechar bien el fin de semana, hicimos una ruta muy especial.
Cogiendo la carretera que va desde Corduente hasta el Puente de San Pedro,
tomáis el desvío de Cobeta, dirección al Barranco de la Virgen de Montesinos. Podéis
dejar el coche en el desvío y hacer la ruta triangular o dejarlo un poco más
adelante y hacer una ruta lineal de ida y vuelta. La ruta son aprox 10-12 km.
ida y vuelta, por sendero suave, llano y sin dificultad.
El camino promete rincones especiales,
sin dejar de mirar el cielo y sus habitantes de altos vuelos, así como los impresionantes cortados de este otro cañón, más vírgenes y menos conocidos que los de la Hoz.
Llegaréis a la ermita dejando el río
Arandilla al margen izquierdo con grandes recodos y pequeños saltos de agua que
harán las delicias de los momentos de calor para darse un
buen refresco.
Al llegar a la ermita os encontraréis una explanada en la que se han habilitado mesas y banco para esparcimiento de los senderistas. Podéis continuar la ruta hasta la ermita de San Bernardo y
adentraros en el bosque, esta vez más salvaje y con más maleza (con el cuidado que no se cruce un jabalí o corzo u
otro animal de la zona que campea a sus anchas por esos parajes). Y a la vuelta
podéis parar a ver el antiguo molino, que además fue hogar del molinero y los restos de
las huertas que allí se ubicaban.
El paseo de vuelta es igual de agradable que
el de ida, dejando esa sensación de evasión y parte de tu mente y espíritu enredado
en aquel trocito de silencio escondido.
Sin duda, un viaje de encuentros, con uno mismo,
con los demás y con el mundo, que a veces es tan necesario como vital.
Nata Caminata